Hoy, en el 40 aniversario del terremoto que cambió para siempre el rostro de la Ciudad de México, la memoria nos lleva a lugares que fueron transformados por la tragedia. Ninguno tan emblemático como el estadio de béisbol del Seguro Social, conocido por todos como el Parque Delta: un lugar de alegría deportiva que, en los días posteriores al 19 de septiembre de 1985, se convirtió en la morgue a cielo abierto más grande y desoladora de la historia moderna de la ciudad.

Ante el colapso de hospitales y servicios forenses, el campo de juego se transformó en el principal punto de concentración de las víctimas, un epicentro del dolor donde miles de familias vivieron su propio viacrucis.

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Un espectáculo sin es

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