Numerosos productos y entrenamientos han prometido resultados inmediatos, perpetuando el mito de que existe un método rápido y específico para reducir la grasa abdominal.
Sin embargo, la evidencia científica confirma que el cuerpo no permite elegir de dónde se pierde grasa, y la acumulación en la zona abdominal implica mucho más que un desafío estético: representa un serio riesgo para la salud.
La grasa abdominal es mucho más que una cuestión estética. Aunque puede manifestarse como una “pancita” visible, su relevancia radica en el impacto que tiene sobre la salud. Se compone principalmente de dos tipos: la grasa subcutánea, ubicada bajo la piel, y la grasa visceral, alojada en profundidad, entre los órganos vitales.
Mientras la subcutánea suele ser inocua, la visceral rodea estructuras