Debía estar Zakaria Eddahchouri en el banquillo, antes de que empezase el partido, con la cabeza entre las piernas y preguntándose qué más tenía que hacer él para ser titular en el Dépor . La respuesta la obtuvo casi de inmediato. Desenrolló Mulattieri el muestrario, lo extendió sobre el tapete de Riazor y la grada solo pudo abrir los ojos y maravillarse. Cada pelota larga la hizo mejor, cada duelo era suyo, cada arrancada era terror puro para un Huesca minimizado y tembloroso. Un lujo, una fuente inagotable de recursos para un equipo al que le sobran. Una velada más la pelota voló en las piernas de Yeremay, Soriano y, sobre todo, Luismi y Mella. Las invidualidades realzadas por un grupo compacto, sólido y muy rico tácticamente. Extraña sensación de suficiencia para un Deportiv
Una hora en el reino de Mulattieri

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