Cuando Javier llegó a la facultad de Derecho, sentía que estaba haciendo lo correcto: cumplir las expectativas familiares, tener una carrera, garantizar su futuro. Pero tres meses después, el entusiasmo desvaneció. Aulas masificadas, falta de contacto humano, enfoque abstracto y teórico… todo le hizo cuestionarse si realmente estaba en el lugar adecuado. «Me sentía invisible. En el instituto los profesores me conocían. En la universidad, era uno más entre 150. Nadie notaba si iba o no, si entendía o no» cuenta Javier, hoy alumno del ciclo de Marketing y Publicidad en ICSE.
Su historia no es única. Cada año, más de 135.000 estudiantes abandonan la universidad en España, la mayoría en el primer curso, según el Ministerio de Universidades. En Canarias, la tasa asciende al 23,4%, muy por enci