En poco más de una semana, el presidente del Gobierno ha sido agriamente reprendido por la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, socialista, y corregido irónicamente por el canciller de Alemania, Friedrich Merz, conservador, una rara muestra de transversalidad ideológica a la hora de mantener distancias, educadas como se estila en las cancillerías de la Unión Europea, con las políticas que lleva a cabo el Ejecutivo español. Ni siquiera la «deferencia» del anfitrión del encuentro bilateral hispano-alemán de no emplear el término «genocidio» para referirse a la guerra que libra Israel en Gaza, término, como es de suponer, poco adecuado para describir el conflicto delante de un mandatario germano, sirvió para que el canciller se aviniera a tratar seriamente de la pretensión españo
Sánchez tiene un problema transversal

129