“¿Cómo puede ser que ya tenga 30?”, “A los 40 debería tener todo resuelto”, “Cumplir 50 me pegó más de lo que pensaba”.

Frases como estas se escuchan con más frecuencia de lo que parece, en charlas con amigos, en terapia o en los pensamientos silenciosos que aparecen la noche anterior a un cumpleaños. A veces vienen con humor, otras con nostalgia, pero muchas veces —cada vez más— con un nudo en el estómago que no se afloja. Porque no es solo una edad, es todo lo que esa edad representa : lo que no pasó, lo que no se logró, lo que ya no se va a recuperar .

Aunque pueda parecer una preocupación banal o exagerada, hay un fenómeno real detrás de ese temor al paso del tiempo: la cronofobia , un tipo de ansiedad cada vez más presente, que se activa especialmente en momentos bisagra como lo

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