Recomponer relaciones con los gobernadores se transformó en una misión ineludible para el Ejecutivo. La reciente derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, la necesidad de encarrilar la campaña rumbo a elecciones legislativas nacionales y la ola de reveses en el Congreso —primero el rechazo a los vetos de financiamientos a Garrahan y universidades en Diputados y luego al de los ATN en el Senado— obligaron al oficialismo a replantear su vínculo con los mandatarios provinciales.
La relación se teje minuto a minuto mientras sobrevuela desconfianza y especulación. Desde la Casa Rosada saben que puede haber aliados, pero nunca incondicionales . En las provincias, mientras tanto, se repite el espíritu de cautela y no quieren perder de vista qué