Mientras me formaba como psicólogo clínico en la UNAM, acudía como oyente a algunas materias de mi interés tanto a la facultad de Filosofía y Letras como a la de Derecho. No me tenía que inscribir y nadie me impedía el acceso a los salones de 60 o más alumnos. De Ignacio Burgoa tomé derecho constitucional y juicio de amparo. Sus clases duraban dos horas, sólo su vocerrón se escuchaba y rara vez sus hipnotizados alumnos planteaban una pregunta.
“¿Es el amparo algo reciente?”, se preguntó. “De ninguna manera”, respondió. Y nos expuso emocionado la historia de Pablo de Tarso. La recupero, con varias décadas de distancia, las impefecciones de mi memoria y mis limitaciones narrativas:
Viajemos a una provincia polvorienta del Imperio Romano, alrededor del año 60 después de Cristo. La escena ti