El dolor y la indignación rodean la muerte de Carlos Gurrola Arguijo, de 47 años, un trabajador de limpieza en una plaza comercial de Torreón, Coahuila, a quien sus compañeros y amigos conocían cariñosamente como “El Papayita”.
El pasado 30 de agosto, Carlos regresó de su almuerzo y, como de costumbre, tomó un sorbo de su botella de electrolitos. Sin embargo, esta vez el líquido tenía un sabor extraño: se trataba de desengrasante líquido que, según las primeras versiones, había sido colocado allí como parte de una “broma” por parte de compañeros de trabajo que lo acosaban constantemente.
De inmediato, Carlos comenzó a sentirse mal. A pesar de la gravedad de lo ocurrido, la empresa para la que laboraba no le brindó atención médica oportuna. Su familia denunció que la notificación del acci