No tiene el Real Madrid de Xabi el sex-appeal que tenía el de Ancelotti. Ha ganado compromiso y robustez, pero ha perdido la armonía ofensiva y el vértigo con el que seducía a los aficionados. Y es tan cierto que el Real Madrid cuenta todos sus partidos por victorias como que todos los había ganado hasta ahora por la mínima, menos el de Oviedo, que resolvió con dos goles postreros tras un disparo al palo de los carbayones. Este triunfo ante el Espanyol mantuvo la excelencia estadística, pero nos desterró los bostezos de la grada del Bernabéu. Dos crochés propios de Tyson mandaron a dormir a un Espanyol tan bien intencionado como naif en ataque.
Enfrente se encontró a un rival muy mejorado respecto al del curso pasado con mejores mimbres y sin la sensación agónica que arrastraba. Cuando