La censura nunca logra silenciar del todo al arte; al contrario, suele convertirlo en un estandarte aún más poderoso de resistencia cultural. Eso mismo ocurrió el 7 de septiembre en Londres, cuando un mural de Banksy apareció en la imponente fachada de los Royal Courts of Justice de Londres , desatando una polémica que multiplicó su alcance en lugar de sofocarlo.
La obra mostraba a un juez británico, con peluca y mazo, arremetiendo contra un manifestante caído, y fue retirada tan solo tres días después, tapada con plásticos negros y barreras metálicas. La policía metropolitana consideró el mural como posible “ daño criminal ”, según la Ley de Daños Criminales de 1971, limitó el acceso y dejó apenas una huella fantasmal en la pared.
Este episodio se inserta en una larga tr