Durante su primera intervención pública tras la polémica, Rafael López Aliaga describió su experiencia en Roma como un “retiro espiritual” de dos días y medio, que, según sus palabras, tuvo significado personal y religioso. Sin embargo, remarcó que su intento por reunirse de forma privada con el Sumo Pontífice fue frustrado, acción que atribuyó a una campaña de “difamación” contra su persona y a la intervención de actores no identificados.
“No me dejaron ver al Papa”, afirmó el burgomaestre, asegurando haber sido objeto de una ola de cartas y gestiones destinadas a impedir el encuentro.
El alcalde relató que, a pesar de la negativa, optó por mantener una actitud de perdón. “Los perdono porque era una ilusión, no como alcalde, era una ilusión como católico”, manifestó López Aliaga