La ciberestafa y la suplantación de identidad —la clonación de un número de teléfono real— siguen liderando los registros del FBI con unas 860,000 denuncias el año pasado
“Por favor, espere”, dijo el interlocutor, “mientras lo paso con mi supervisor”.
Era un miércoles de agosto, un poco antes de almorzar. La llamada procedía de un número 212, que para un neoyorquino podría ser casi cualquier cosa —la escuela, la farmacia, el tipo que arregla tejados—, así que contesté.
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