Inmersos en un clima de turbulencias y elevada desorientación, son muchos los que abandonan la mentalidad largo-placista, el intento de pensar en un futuro mejor y distinto al presente, y, menos aún, quienes se comprometen a imaginar, soñar y, sobre todo, afrontar el esfuerzo y recorrido requerido para hacer posible una intención aspiracional verdaderamente transformadora.
No obstante, desde mi querencia y compromiso profesional, enmendada y sostenida a lo largo de los años, no puedo sino reafirmarme en la importancia diferencial de la estrategia. Convencido de su importancia e inevitabilidad (afortunadamente), imprescindible para construir mundos diferenciales, creadores de valor para personas, empresas y comunidades a la vez, me resisto a renunciar al complejo compromiso transformador q