Pasadas las doce del mediodía el cohete lanzado desde el balcón del Ayuntamiento rasgaba el aire de la Plaza Mayor para dar inicio a las vaquillas mañaneras. Una tradición inherente a la festividad de San Mateo, el 21 de septiembre, que cuenta con doble sesión.
Las astadas de la ganadería de Raúl González han sido las protagonistas de una sesión marcada por unas condiciones meteorológicas inmejorables. Había ganas, por parte de los corredores, y expectación, por parte del público. Las vaquillas por la tarde son un clásico pero las de la mañana tienen un factor diferenciador: menos personal en el recorrido y, por tanto, mejores condiciones (al menos en teoría) para poder disfrutar de mejores carreras.
A la primera le ha costado arrancar, muchos tropiezos e incomodidad con la maroma, con c