En la vida con ELA, las buenas noticias son pocas y llegan espaciadas. En cambio, todos los días, muchísimas veces o más seguido de lo deseado, esta enfermedad desconcertante y maldita impone incapacidades sorpresivas, aferrarse a los pocos efectos de la medicación, toparse con sistemas de salud abandónicos o sortear costos inabarcables.

También lleva a magnificar esperanzas en ensayos clínicos muy nuevos, aceptar que estar igual es para celebrar o que no todas las personas que parecían cercanas acompañan.

Por eso, cada novedad con impacto preciso es un bálsamo. Y acá va a la perfección la iniciativa de Andy Herscovici .

Andy tiene 17 años, cursa el último tramo de la escuela media, es argentino y vive desde hace nueve años en Nueva Jersey , Estados Unidos. A su abuela, Ma

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