Hace casi 15 años España se convirtió en uno de los países con una de las leyes antitabaco más estrictas de Europa. Una norma que provocó entonces un encendido debate entre las tesis a favor y en contra de un texto que prohibía este hábito en todos los locales públicos cerrados, incluyendo bares, restaurantes y discotecas. Una idea que en 2011 era francamente revolucionaria y que algunos, incluso, creían que no se podría llevar a efecto.

Hoy, ya nadie se cuestiona que no se pueda fumar en el interior de un edificio público, en el lugar de trabajo, en un medio de transporte o en una cafetería.

Sin embargo, los tiempos cambian y también las medidas restrictivas para acotar cada vez más el humo al espacio privado. Lo que no cambia, quizás, es el debate entre partidarios y detractores sobre

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