Hay una de esas frases célebres del fútbol que dice que el mejor técnico es el entrenamiento. Seguramente, debe proceder de Johan Cruyff, Jorge Valdano, Marcelo Bielsa o Juanma Lillo. No porque todo parta de ellos, sino porque tenían el don, cada uno a su manera y con sus méritos, de explicar en un concepto lo que antes no tenía nombre. Y, ya se sabe, como decía Ludwig Wittgenstein, lo que no se puede explicar no existe.

El entrenamiento continuo bajo una misma idea, en este caso la del gurú Hansi Flick, que conecta los cerebros de los jugadores y para ganarle al juego la batalla más difícil, la del espacio y el tiempo. Todo sucede más rápido, fluye como el agua del río, con una naturalidad que asusta. Raphinha, Olmo y Ferran. Tres toques, dos segundos. Un Barça de tiralíneas, que no

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