La indignación recorrió Egipto esta semana luego de que las autoridades confirmaran que un brazalete de oro de 3.000 años de antigüedad, perteneciente al faraón Amenemope, fue robado del Museo Egipcio de El Cairo y posteriormente fundido para obtener oro. El caso desató una ola de críticas sobre la seguridad de la institución y reavivó el debate en torno a la protección del patrimonio cultural del país.
El ministro de Turismo y Antigüedades, Sherif Fathy, explicó que la pieza desapareció el 9 de septiembre, mientras funcionarios preparaban objetos para una exhibición en Italia . La joya, adornada con una cuenta de lapislázuli, se encontraba guardada en el laboratorio de restauración del museo, un área que --según reconoció el funcionario-- carecía de cámaras de seguridad.
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