Los tribunales penales de Neuquén conocen esta escena: un juez que interrumpe con brusquedad, que corta la palabra a un defensor o a un fiscal, que hace sentir su autoridad como un arma invisible en medio de la audiencia .

Para algunos, es la exigencia natural de un debate judicial. Para otros, es maltrato . Cada quien traza la altura de la línea divisoria: depende de cómo se viva la situación en carne propia, de la reiteración de episodios, de la repetición de protagonistas.

Ese maltrato no aparece en los registros oficiales ni en los fallos. Circula en los pasillos, se comenta entre colegas y rara vez llega a los canales formales de denuncia .

El temor a represalias, la desconfianza en los mecanismos de resguardo y la certeza de que todos seguirán cruzándose cada día en los mi

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