Por: Mariano Casas Valadez •

“En una época de cambios, quienes tienen raíces profundas no temen al viento”, escribió Confucio hace siglos. Esa frase cobra más sentido que nunca en una sociedad donde todo parece moverse con rapidez, donde la inmediatez dicta los ritmos de la vida y donde la exigencia de consumo permanente convierte a la existencia en un constante vaivén. El sociólogo Zygmunt Bauman lo advirtió con claridad: vivimos en una modernidad líquida, un tiempo en el que las certezas se disuelven, los vínculos se vuelven frágiles y la ansiedad se convierte en compañera cotidiana. Frente a este panorama, cabe preguntarse: ¿qué permanece cuando todo parece escurrirse entre las manos?

La respuesta no está en los escaparates, ni en la velocidad con la que se consumen noticias, modas

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