Hubo una época, no tan lejana, en la que el ministro de Economía era el adulto de la casa. Sí, ese personaje antipático que decía “no” cuando todos querían abrir la billetera del Estado para repartir regalos. Podía frenar leyes populistas en el Congreso, poner límites a los presidentes regionales, contener a sus propios colegas de gabinete y, de vez en cuando, recordarle al presidente que la fiesta tenía que pagarse después.

Hoy, ese adulto desapareció. Raúl Pérez Reye s ha demostrado que el Ministerio de Economía y Finanzas ya no es el aguafiestas, sino parte de la jarana. Es más, parece haber pedido la primera canción en el karaoke.

Hace apenas unas semanas, el ministro advertía que un octavo retiro de fondos privados de pensiones sería “el peor de todos”. Lo decía con gest

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