Emilly Murray, tras perder casi 38 kilos, enfrenta problemas de piel flácida que afectan su autoestima y su vida diaria. A pesar de los beneficios para la salud, la reducción de peso ha dejado un “recordatorio indeseado” que la hace sentir incómoda al vestir.

“No puedo vestir lo que quiero vestir”, dice la mujer de Liverpool de 35 años, en un relato que recoge BBC Mundo . “No puedo mostrar mis piernas porque tengo tanta piel que cuelga sobre mis rodillas”, agrega.

Dice que, aunque no lamenta haber perdido peso, la piel flácida de sus muslos ahora la deprimen y hacen sentirse como un “bagre” cuando se ve desnuda.

“Se ve bien cuando está toda recogida, pero luego cuando me saco la ropa, me veo como una vieja de 90 años. Es horroroso”, afirma.

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