Entre las sombras de la inestabilidad política, la violencia criminal y la polarización radical, vuelve a asomar el poder de exclusión de partidos y precandidaturas, aún revestido de ambigüedad, pero que genera un profundo daño en el sistema electoral y en la democracia.

Que esto se presente en el clima que vivimos (inestabilidad política, violencia criminal y polarización radical) escala las posibilidades de que lleguemos a las elecciones de abril del 2026 en condiciones muy precarias de confianza y viabilidad democráticas, que las encuestas de la última semana (Datum, Ipsos y CPI) han puesto énfasis en advertir con severidad.

Salvo la violencia terrorista de Sendero Luminoso y el MRTA y su respuesta policial-militar entre los años 80 y los 90 del siglo pasado, y el crimen organizado de

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