El domingo pasado repetí un ritual compartido por millones: sofá, televisor, una montaña de nachos y ríos de Coca-Cola light, porque el autoengaño calórico también es parte del juego. Ese banquete de estadio casero fue parte de la maratónica jornada de la National Football League , donde uno puede pasar de la euforia a la frustración con la misma velocidad con la que un pateador manda un balón entre postes… o lo falla.
En Filadelfia se jugó uno de esos partidos que pesan más en la moral de las ciudades que en los standings. Rams contra Eagles , revancha de los playoffs 2024. Y cuando el guion parecía listo para que Los Ángeles sellaran su victoria con un gol de campo agónico, apareció Jordan Davis , un liniero defensivo de 156 kilos de peso que desafió la lógica y las leyes del juic