PORTSMOUTH, Nueva Hampshire, EE.UU. (AP) — De pie y descalza sobre un prado cubierto de dientes de león, Iris Phoebe Weaver comienza a enumerar con entusiasmo las múltiples maneras en que esta modesta planta puede usarse con fines medicinales y para cocinar.

“Ayer recogí un ramo de flores de diente de león y las eché en vodka con un poco de cáscara de naranja y azúcar, y ese es mi aperitivo de diente de león”, explicó Weaver. “Eso se convertirá en un cóctel delicioso en algún momento”.

Herbolaria e instructora de recolección en Massachusetts desde hace mucho tiempo, Weaver lleva a la gente a paseos por la naturaleza que transforman su relación con su entorno. Últimamente se ha sentido alentada por el creciente interés en la recolección, una tendencia que ella considera que beneficia al medio ambiente, a la comunidad y a las personas.

“Hay una cantidad asombrosa de alimentos a nuestro alrededor”, dijo Weaver. “Hay mucha abundancia que ni siquiera comprendemos”.

Los humanos recolectaban alimentos mucho antes de que desarrollaran herramientas agrícolas hace unos 12.000 años —las cuales rápidamente eclipsaron a la antigua actividad que ayudó a sustentar a los primeros humanos—. No obstante, los entusiastas de la recolección dicen que el buscar hongos silvestres, plantas comestibles, mariscos y algas ha crecido en popularidad en los últimos años a medida que la gente promociona sus hallazgos excepcionales. Otros comparten sus conocimientos en las redes sociales, y los recolectores experimentados ofrecen capacitación a principiantes sobre prácticas seguras y sostenibles.

El renovado interés abarca desde quienes buscan ahorrar —después de todo, recolectar es gratis— hasta aquellos que desean ser más conscientes de su huella ambiental. Algunos incluso utilizan la recolección como una salida creativa, y con los hongos que recolectan hacen impresiones de esporas y otras formas de arte.

La popularidad también se ve impulsada por la accesibilidad de este pasatiempo. Los recolectores pueden buscar alimentos silvestres en todas partes, desde paisajes urbanos hasta tierras de cultivo abandonadas y bosques: sólo necesitan el permiso de un propietario privado u obtener el permiso correspondiente de un parque estatal o federal. Algunos defensores incluso han lanzado un mapa que muestra dónde la gente puede recolectar frutas y verduras gratis.

Gina Buelow, especialista en recursos naturales del Programa de Extensión de la Universidad de Iowa, dice que la universidad ha tenido una lista de espera de personas interesadas en aprender más sobre la recolección de hongos desde hace dos años. Buelow organiza presentaciones y jornadas de guía de campo por todo el estado, y alcanza regularmente el límite de asistencia de 30 participantes tanto en condados rurales como urbanos.

“Típicamente, solía recibir a mujeres mayores para una clase de maestro jardinero o una de jardinería para polinizadores. Ese público también asiste a estos programas de recolección de hongos, pero traen a sus esposos. Y, asimismo, muchas personas de entre 20 y 30 años están muy interesadas en este tema”, agregó.

Algunos chefs creativos también despiertan el interés por la recolección al exponer a sus clientes a ingredientes exóticos y sorprendentemente deliciosos que se encuentran en el entorno local.

“La recolección es un concepto antiguo”, dijo Evan Mallett, chef y propietario del Black Trumpet Bistro (Bistró Trompeta de los Muertos) en Portsmouth, Nueva Hampshire, un destino histórico popular de Nueva Inglaterra. “Nuestra cultura se ha alejado mucho de la recolección y, afortunadamente, ahora regresa a ella”.

Mallett abrió el restaurante hace casi 20 años y utiliza alimentos recolectados en los alrededores de Portsmouth. Dijo que espera que más personas continúen su aprendizaje sobre la recolección de alimentos, y animó a quienes les preocupa recolectar algo venenoso a buscar un mentor.

“Creo que los peligros de la recolección de alimentos están arraigados en la mente y el alma de la mayoría de las personas”, opinó. “Nosotros, como animales, sabemos que hay ciertas cosas que, cuando huelen o se ven de cierta forma, pueden estar codificadas con el mensaje de que no debemos comer esas cosas”.

Mallett nombró su restaurante en honor al hongo silvestre que es recolectado. A lo largo de los años, ha incorporado hongos trompeta de los muertos (Craterellus cornucopioides), un hongo comestible casi negro, en docenas de platos de su menú —incluso en helados—.

Otros platos del menú incluyen tamales de langosta con algas marinas recolectadas, así como lechuga marina (Ulva Lactuca), un alga verde comestible, en ensaladas.

“No es algo que yo busque especialmente, pero como que me encanta cuando está en el menú”, dijo M.J. Blanchette, clienta habitual del bistró Black Trumpet, al hablar de los platos con ingredientes recolectados disponibles en ese y en otros restaurantes.

Recientemente pidió las albóndigas con helecho dulce recolectado en el bistró de Mallett, una característica que ella opina que realza tanto el sabor como la experiencia de consumir el platillo.

“Me parece que es genial, y pienso también que es algo que no sólo es recolectado, sino que también tiende a ser local, y eso me gusta mucho”, agregó.

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Kruesi informó desde Providence, Rhode Island.