El café es, para muchos, un ritual indispensable: la primera taza de la mañana que despierta, la que acompaña la jornada laboral y hasta aquella que ayuda a sobrellevar la tarde. Sin embargo, este hábito puede transformarse en un problema cuando llega la hora de dormir y el descanso se ve interrumpido por la cafeína.
El responsable es claro: la cafeína bloquea la adenosina , un neurotransmisor que induce al sueño. De esta forma, el cuerpo “cree” que todavía tiene energía y retrasa la sensación de cansancio. Aunque el organismo absorbe la cafeína en unos 45 minutos, su eliminación puede tardar mucho más. Según expertos de la Universidad de Nova Southeastern, la vida media de la sustancia varía entre 5 y 6 horas en promedio. Esto significa que una taza tomada al mediodía aún puede