Por: Paola Andrea Álava Flórez

Como amantes del terror, muchos esperábamos que El Conjuro 4: últimos ritos hiciera un cierre magistral a una de las sagas más queridas del género. Sin embargo, lo que llega a la pantalla es un filme irregular: capaz de ofrecer destellos de brillantez, pero también de perder la tensión en momentos clave.

El gran atractivo sigue siendo Ed y Lorraine Warren , interpretados con la misma entrega que los convirtió en íconos modernos del horror. Ellos son el corazón de la saga y aquí, nuevamente, cargan con el peso de la historia. La película también regala momentos emotivos, especialmente al explorar el origen de Judy y su relación con Tony , que aporta un tono tierno y familiar en medio de la oscuridad. Esa conexión emocional recuerda que, en el fon

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