En medio de la bruma matutina de la zona alta de Palmira, un campesino realizaba sus labores cotidianas cuando, entre los árboles, divisó una silueta inesperada: un oso de anteojos (Tremarctos ornatus) alimentándose tranquilamente con semillas y forrajes silvestres.
Con su dispositivo celular logró capturar imágenes que hoy se convierten en una noticia de gran relevancia ambiental: el avistamiento de esta especie emblemática en territorio vallecaucano, un hecho que refleja avances en conservación, que a su vez hace un llamado urgente a la protección.
El oso de anteojos, único oso nativo de Sudamérica, es catalogado como especie vulnerable a la extinción y cumple un rol ecológico fundamental: esparce semillas, poliniza plantas, derriba ramas para favorecer la regeneración forestal y ayuda