Lo único que vemos es un cambio de rasante que se repite a sí mismo. La más hermosa persecución de esta extraordinaria “Una batalla tras otra” nos da la clave de la estructura narrativa de la película, que siempre se mueve como una onda a través de una cuerda, y en sus oscilaciones oculta y muestra qué hay detrás del horizonte, convirtiendo los puntos de fuga de nuestra percepción en auténticos trampantojos, que son visibles e invisibles a un tiempo. Se trata de una secuencia muy bella, en la que el espacio mítico de América (la carretera) por excelencia se transforma en una especie de cinta de Moebius por la que viajan padres e hijas, arriba y abajo y viceversa, atrapados en el ‘loop’ de la Historia, evocando la iconografía del western, pero también de la ‘road movie’, de “Punto límite:

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