Por primera vez en toda la temporada, se había enfundado el vestido de luces. Y lo hacía, además, en la plaza de toros de Madrid. La ilusión era grande, la preparación, también. Pero no duró ni tres lances. El primero de la tarde, un toro de Monteviejo, lo prendió con violencia y lo arrojó contra la arena de forma brutal. Antes de salir del Hospital Fraternidad Muprespa-Habana, en Madrid, donde acaba de recibir el alta, el torero catalán atiende a LA RAZÓN, dolorido, pero con voz firme y clara. “Lo que más me duele es la impotencia. Tanto luchar para esto”.
La cogida fue inmediata, sin apenas margen de maniobra. “Cuando llegó a mi altura, pensé que iba a pasar, pero giró la cabeza en el embroque y vino directo. Me cogió con una violencia y una saña fuera de lo normal. Antes de caer al