Cal Raleigh grabó su nombre en los libros de los récords al convertirse en el cuarto jugador en la historia de la Liga Americana en alcanzar los 60 jonrones en una temporada. Sin embargo, lo más inolvidable de la noche no fue el descomunal batazo en sí, sino el gesto del aficionado que se aseguró de que la bola llegara a a un niño de origen latino, protagonista de un momento histórico que se recordará siempre como ejemplo de generosidad.

Después de que el batazo de Raleigh superara la barda, el caos se desató en las gradas del jardín derecho. La preciada bola rebotó en varias manos e, incluso, según Galan Ruelos , se desvió en la cabeza de su esposa antes de caer en las manos de un aficionado cercano

El instinto de devolver de los niños

En lugar de quedarse con una pelota que los e

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