Un poco es un orgullo: obras de María Elena Walsh y de Sara Facio estarán ahora, entre las de otros grandes artistas, en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, una enorme bóveda, con cajas de seguridad, en el sótano de su edificio. Una cápsula del tiempo blindada. Una forma de la eternidad.
Pero un poco es una tristeza: ¿Qué hacen esos dos nombres ahí? ¿Qué hacen que no están creando, estrenando, inaugurando, respondiendo a entrevistas, polemizando, cantando al sol como la cigarra?
“Creo que los argentinos nos sentimos representados por María Elena y Sara, porque la obra de una y de la otra son como hilos de un ADN, tienen que ver con nuestra identidad”, dice Graciela García Romero -presidenta de la Fundación María Elena Walsh-Sara Facio- este viernes de sol en la Embajada de