Con la IA cada vez más presente en la red, es difícil saber si los comentarios de los lectores que generará este artículo pertenecen de verdad a personas o son bots los que los crearán, si el «me gusta» que recibe nuestro perfil de Instagram es real o incluso si el contenido de nuestras cuentas preferidas en TikTok o X es de origen humano.

Internet parece vivo; cada día se producen millones y millones de interacciones y, sin embargo, la presencia humana resulta cada vez más minoritaria. Tan menguante que ya en torno a 2016 se acuñó la teoría de «la muerte de internet» que postulaba una red dominada por legiones de bots y contenidos creado de forma artificial, replicados y duplicados hasta la saciedad, cada vez más planos, menos auténticos y creativos y, por supuesto, con riesgo de ser m

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