La encrucijada para un joven español cualificado de entre 25 y 33 años es hoy dolorosamente clara: hacer las maletas en busca de un futuro profesional digno o resignarse a un mercado laboral que parece no tener un sitio para él. Esta disyuntiva, que marca a toda una generación, no es fruto de la casualidad, sino la consecuencia directa de un sistema económico que, sencillamente, ha dejado de necesitarlos. Se enfrentan a una elección forzada y amarga .
En el fondo de esta cuestión se encuentra el análisis del economista Santiago Niño Becerra, quien apunta a un problema estructural de la economía española. El país se ha especializado en un modelo de , incapaz de generar puestos de trabajo de alto valor añadido. Este sistema, consolidado tras la crisis de 2007, perpetúa un círculo de empl