Cuentan que entre todos los seres mágicos que habitan bosques y ciudades hay hadas . Buenas y malas, con una línea a veces discontinua entre unas y otras. He conocido a Flora, un Hada de la Naturaleza . Acogedora y tranquila, manejaba hechizos y destilaba poder curativo. Todos deberíamos tener cerca a alguien así.

La tía Flora era la hermana pequeña de mi madre. Cuando mi hermana y yo llegamos, ella ya estaba ahí. Había compartido con mi madre y una familia muy numerosa una infancia y una juventud de pueblo sanas, esforzadas, alegres y duras. Se quedaron huérfanas antes de cumplir los diez años. Aprendieron a especializarse en todos los oficios, tareas y actividades que abarcan lo doméstico y lo rural. Se reservaban para uso y placer intransferibles las mañanas de los jueves. Mañanas

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