En muchas zonas. Para muchas familias. En comunidades enteras. En las cicatrices todavía visibles en ríos, carreteras y bosques. En quienes no pudieron aplicar por ayuda, en quienes siguen sin trabajo, en quienes aún no tienen casa. Para muchos de nosotros, el primer aniversario del huracán Helene es también un recordatorio de cuánto nos queda por delante para la recuperación del oeste de Carolina del Norte.
Y las frases se repiten, pero no por eso dejan de ser ciertas. Lo escuchamos cientos de veces: fue el huracán más devastador y mortífero en la historia de nuestra región. Una tormenta de una vez en un siglo. El huracán más mortífero que ha golpeado Estados Unidos desde Katrina en 2005. Algo que ninguno de nosotros esperábamos. Y todavía duele.
Murieron 108 personas tan solo en Caro