Cuando Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, se dirija a los líderes mundiales en la sede de Naciones Unidas el viernes, estará al mando de un país que es tratado cada vez más como un paria —un país repudiado y aislado de la comunidad internacional— incluso por algunos de sus aliados.

Las naciones occidentales están indignadas por el recrudecimiento de la ofensiva militar israelí contra la Franja de Gaza, y varias han reconocido al Estado de Palestina.

La Unión Europea considera imponerle aranceles y sanciones. Los votantes demócratas en Estados Unidos han expresado su descontento en las encuestas y ya se notan pequeñas grietas en el apoyo republicano. La posibilidad de boicots deportivos y culturales aumenta, y en algunos países los turistas israelíes no son bien vistos.

Incl

See Full Page