Para Alejandro Builes, el servicio que le solicitaron el pasado 12 de septiembre en el barrio El Salvador era como cualquier otro. Incluso cuando vio que su pasajera era una mujer con un avanzado embarazo. Incluso cuando la mujer le pidió de manera calmada que la llevara al Hospital General. Sin embargo, pocos minutos después de poner en marcha la carrera, todo cambió completamente.
Alejandro comenzó a ver por el retrovisor a su pasajera al escuchar lamentos de excesivo dolor. La mujer, en medio de su angustia, le dijo que había comenzado a pujar, por lo que Alejandro cambió de planes y se dirigió de inmediato a la Clínica Sagrado Corazón, en Buenos Aires, mucho más cercano que el General. Con toda la velocidad que pudo, pero velando siempre por la seguridad de su pasajera y la propia, ll