El peor arranque de la historia del Mallorca se ha interrumpido tras seis jornadas de pesadillas, temblores y sudores fríos. El equipo bermellón cortó la fiebre que padecía con una victoria agonizante entre los muros de su estadio y volvió a levantar los brazos para celebrar una victoria al lado de su afición. Una mezcla de alivio, desahogo y una sensación de felicidad que llevaba 140 días sin experimentar . Una cura a sus heridas que ataja esa secuencia de números rojos a la que vivía agarrado desde finales de curso anterior. Un peso menos en la mochila que debería ayudarle a enderezar sus pasos una vez que empiece a perder inclinación el calendario.

Le hacía falta al Mallorca facturar una victoria, más allá del rival o del camino para llegar hacia ella. El equipo, encadenado y mentalm

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