Tras la tragedia ocurrida en ese punto de la Ruta Nacional N°3 el paso del tiempo revela una indiferencia alarmante: los elementos de seguridad vial dañados siguen sin reparación, en una clara y lamentable negligencia institucional que convierte un accidente fatal en un hecho sin aprendizaje. Mientras para algunos funcionarios todo se reduce a equilibrios en planillas de Excel, la verdad es que la falta de respuesta desnuda un Estado que mira hacia otro lado y expone a la ciudadanía a riesgos evitables. No se trata de un olvido menor, sino de la persistencia de una omisión que cuesta vidas. La inacción no es olvido, es abandono deliberado, es complicidad con la próxima desgracia.
Desidia y complicidad con la desgracia

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