Con 1,88, Andrés Feliz (15-7-1997, Santo Domingo) es uno de los pocos jugadores del Madrid que puede pasear por el centro de la capital sin llamar demasiado la atención. «No vivo en el centro, pero Madrid es una ciudad agradable de estar y eso la hace especial», apunta el base, que tiene dos hijos nacidos en Badalona (Dree y Lily) y está casado con su novia de la universidad, Lisa Wygal. Su vida está marcada por el instinto de superación y supervivencia: en Guachupita, su barrio «difícil» en Santo Domingo; en su llegada a Estados Unidos con 14 años; en el aterrizaje en España, en el Prat de la tercera categoría del baloncesto español, y en su llegada al Madrid donde el año pasado llegó a ser «insustituible», como dijo Chus Mateo, y luego convenció a Scariolo para seguir en Valdebebas.

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