Tras siete ominosos años de sanchismo absolutista, pronto vamos a superar la legendaria frase de Luis XIV en el Parlamento de París en 1655: L’État c’est moi. Hoy Sánchez controla el Ejecutivo, el servil Legislativo e intenta controlar el Judicial con presiones a los jueces, acusaciones de lawfare y la miserable Ley Bolaños en ciernes.
Controla un Tribunal Constitucional vasallo, pero el Poder Judicial resiste porque los jueces ejercen sus funciones de manera independiente, por más que él y sus obedientes siervos los ataquen en tropel cuando sus resoluciones no le gustan al Roi, no Roi-Soleil sino Roi-des-ténèbres, que ha sumergido a nuestra democracia en las abisales tinieblas del absolutismo, ya no distópico sino real en esta sociedad anestesiada.
Este soberbio y nada empático Roi, a d