Este miércoles por la noche comenzará Iom Kipur, el día más sagrado del año, y las sinagogas parecerán una pasarela de promesas solemnes, con ayunantes que durante 25 horas se rodearán del gran tema de la jornada: el perdón. Pero no se trata sólo del perdón divino que pedimos en nuestras plegarias, sino del que tenemos que dar y recibir entre nosotros, que suele ser la parte más difícil del programa.
Maimónides, hace casi un milenio, nos recuerda que el arrepentimiento no es un trámite exprés. No alcanza con decir “perdón, che”, como quien se choca en el supermercado con el carrito. La “teshuvá” –afirma– es un proceso que incluye reconocer la falta, sentir remordimiento, confesar con palabras y comprometerse a no repetir el yerro. O sea, nada de “perdón pero, en cuanto pueda, lo hago otra