En la capital de Estados Unidos, la comunidad inmigrante latina vive bajo una creciente ola de terror. No solo enfrentan redadas migratorias diarias, sino también un fenómeno aún más alarmante: la presencia de cazarrecompensas en Washington que reciben hasta $1.500 por cada inmigrante indocumentado entregado a las autoridades. Se trata de civiles encubiertos, sin identificación oficial, que patrullan barrios latinos, persiguen, arrestan y entregan personas a ICE , sin necesidad de órdenes judiciales.
Este nuevo rostro de la persecución migratoria ha desatado pánico en comunidades que antes se sentían relativamente seguras. Muchos migrantes han dejado de trabajar, de ir a misa, y hasta de llevar a sus hijos a la escuela. El temor no solo es a la detención, sino a ser cazados