“Me pagó pasaporte, pasaje, todo. Y cuando llegué aquí me vendieron por un tráfico de mujeres ”. Así resume Camila , una mujer brasileña de 33 años, la pesadilla que vivió al dejar su país natal en busca de un futuro mejor. Huyó de la violencia de su expareja, que intentó atentar contra su vida en varias ocasiones. Sin embargo, lo que parecía una oportunidad de salvación se convirtió en un engaño que la arrojó directamente a manos de una red de explotación sexual en España .
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“Tenía mucho miedo porque tampoco hablaba muy bien español”, recuerda. Vulnerable, sin conocer a nadie y con el temor constante de ser deportada, encontró refugio en una parroquia: “Pedí ayuda al cura y me atendieron súper bien. La asistente social también, son personas que