De poco le vale al Gobierno haber estabilizado variables fundamentales como la inflación o haber frenado los intentos de corrida cambiaria o haber reducido la pobreza.
Su campaña sigue desarrollándose a la defensiva en medio de una oleada de ataques de todo tipo y en diversos frentes: acusaciones de corrupción y de narcotráfico, demolición de la gobernabilidad desde el Parlamento, agresiones a cascotazos, maniobras financieras, ollas “populares”, etcétera.
Todo esto en el marco de una inédita hostilidad de los medios, que hace aparecer al presidente de la Nación arrinconado.
La campaña se desarrolla bajo dos circunstancias especialmente adversas para los libertarios: la ausencia de debate y la coalición espontánea en su contra de la totalidad de los sectores, hecho este último que los a