En Tokio se inauguró un museo que recopila sonidos que suelen pasar desapercibidos, como el chirrido de una bicicleta, el golpe de las puertas del metro o el crujir del papel. La idea es conservar la “memoria auditiva” de la ciudad.
El proyecto nació de investigadores de la Universidad de Artes de Tokio, quienes grabaron durante años ambientes urbanos antes de que fueran transformados por la modernización. Así, sonidos que ya no existen, como antiguos tranvías o pregones callejeros, pueden volver a escucharse.
Los visitantes entran a cabinas donde se reproducen los sonidos con tecnología envolvente. El efecto es tan real que transporta al pasado y despierta recuerdos olvidados en quienes vivieron esas épocas.
Para los japoneses, este museo no solo es arte, sino una manera de preservar l