La muy descastada novillada de López Gibaja, una de las peores de la temporada madrileña, protagonizó un festejo extremadamente aburrido

Si no hay toro, la tauromaquia carece de sentido. Ya se dijo y comprobó con la corrida de Núñez del Cuvillo, lidiada el pasado domingo en La Maestranza. Hoy, en Madrid, tampoco ha habido novillos en la muy aburrida apertura de la Feria de Otoño. Justos de presentación (muy parecidos a los Cuvillos sevillanos, por otra parte), mansos a excepción del sexto, que empujó en el caballo y ahí dejó la poca fuerza que le adornaba, sin clase, sin casta, sin posibilidad alguna de colaborar de algún modo, si no al triunfo de los toreros, al menos al entretenimiento del público.

Una pregunta: ¿no había otra novillada en el campo para el comienzo de la feria? Porqu

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