Cuando hablamos de equidad de género en el trabajo, lo primero que suele venir a la mente es la diferencia en los salarios. Sin embargo, existe otra brecha menos visible, más silenciosa y, a menudo, ignorada: la de la voz. Esa que se abre cada vez que una mujer es interrumpida en una reunión, cuando sus ideas son reinterpretadas por otros o cuando el crédito de sus propuestas se diluye en cuestión de segundos.

Un estudio realizado por George Washington University en el 2014 demostró que, en encuentros laborales mixtos, las mujeres son interrumpidas alrededor de un 33 por ciento más que los hombres. La mayoría de las veces no se trata de un acto consciente, sino de un hábito heredado. Durante décadas, la autoridad en el espacio laboral estuvo asociada casi exclusivamente con la voz masculi

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